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«Siempre es Macarena»

Carlos Colón

LA CIUDAD Y LOS DÍAS

CARLOS COLÓN

 

Siempre es Macarena

«Oigo a Bach y se me aparece como la describió Romero Murube: inesperada, radiante desbordada, cristalina»

 

Oigo la obertura de la tercera suite para orquesta de Bach. Y Le Concert des Nations se convierte en el Carmen de Salteras, Jordi Savall en Guillermo Martínez, las trompetas, los oboes y los timbales de la orquesta barroca en el metal, la madera y la percusión de la sociedad filarmónica saltereña, los violines y violas en el suave -por acariciado, rozado y vivido- terciopelo verde manzana de los antifaces que han ido perdiendo su color madrugada tras madrugada, y el bajo continuo en las caídas del palio acariciando los varales.

Oigo, sí, esta obertura de Bach y se me aparece -inesperada, arrolladora, desbordada, cristalina, radiante, riente, viva, humana y celestial a un tiempo, como la describió Romero Murube- la Macarena. ¡Qué más da que Bach fuera un alemán luterano! La gloria de Dios representada con medios humanos solo habla una lengua. ¡Qué más da que fuera finales de junio! Siempre es Macarena. Si Juan Sierra la pensaba cuando quería, la Esperanza se aparece cuando quiere.

A lo mejor se me apreció en esta música jubilosa y elegante porque ese día mi hijo me había enseñado una prodigiosa fotografía de Emilio Sáenz -disculpen la reiteración: basta decir que es de Emilio- que apresa esa luz única que tiene la Virgen en la mañana del Viernes Santo, cuando la Esperanza parece la mujer vestida de sol del Apocalipsis, fundidos corona, manto y caídas del palio en un único destello luminoso que irradia de ese rostro que por algo los Álvarez Quintero llamaron sol de la Macarena en la Saeta en forma de Salve a la Virgen de la Esperanza a la que puso música Turina.

No sé si por la sugestión de la fotografía de Emilio o porque a Ella le dio la gana se me apreció la Macarena en su luminosa gloria del Viernes Santo por la mañana mientras oía la obertura de Bach. Siempre me ha evocado a la Esperanza -y así lo reflejé en la secuencia del amanecer de la primera película que le dediqué- el adagio del tercer concierto para piano y orquesta de Bach en la interpretación de Glenn Gould. Este adagio es para mí la Esperanza de todo el año, la de la procesión que va por dentro, la que me hace llorar a solas (por lo que no siempre tengo la suficiente presencia de ánimo para oírlo). Pero nunca la había asociado con la feliz y elegante obertura de su tercera suite para orquesta. Y como esto sucedió ayer, sea este artículo para mis dos queridos amigos macarenos que celebraban su santo.

Artículo extraído de: https://www.diariodesevilla.es/opinion/articulos/Siempre-Macarena_0_1368763213.html