Años 60

La década de 1960 en España fue testigo del llamado «milagro económico» bajo Franco, con políticas de desarrollismo impulsadas por ministros tecnócratas del Opus Dei, como López Rodó, que liberalizaron la economía mediante planes de desarrollo (1964-1967 y 1968-1971), atrayendo inversiones extranjeras y turismo masivo, aunque a costa de corrupción y desequilibrios regionales. Políticamente, el régimen se endureció contra protestas estudiantiles y obreras, como las huelgas mineras de Asturias en 1962, mientras se preparaba la sucesión con la Ley Orgánica del Estado en 1967.

Socialmente, la urbanización acelerada transformó el país, con millones emigrando a ciudades como Madrid y Barcelona, fomentando el consumismo, la televisión (TVE desde 1956) y cambios en roles de género, aunque persistía la represión moral católica. Cultural y artísticamente, surgió un «destape» incipiente con relajación de la censura, permitiendo cine crítico de Carlos Saura (La caza, 1966) y literatura experimental de Juan Goytisolo; la música pop influida por los Beatles y el yé-yé español, con grupos como Los Bravos, coexistió con el flamenco renovado por Camarón de la Isla, mientras el arte pop y conceptual emergía con figuras como Eduardo Arroyo en el exilio.

En Sevilla, la política local reflejó el desarrollismo nacional con inversiones en infraestructuras, como la expansión del aeropuerto en 1968, bajo alcaldes como José Hernández Díaz. Socialmente, la inmigración rural impulsó el crecimiento de barrios como Pino Montano, mejorando el empleo en turismo pero acentuando desigualdades y problemas de saneamiento. Cultural y artísticamente, la ciudad se posicionó como destino histórico con festivales de flamenco y la influencia de la Generación del 60 en poesía local, como Aquilino Duque; la arquitectura moderna se integró con lo tradicional. Deportivamente, el Sevilla FC destacó con subcampeonatos en Copa del Generalísimo (1962) y participaciones europeas, mientras el Real Betis ascendió a Primera en 1964 y consolidó su presencia, con derbis intensos que capturaban la pasión local.

La Semana Santa se masificó con el boom turístico, atrayendo visitantes internacionales y adaptando procesiones a un público más amplio, mientras las cofradías mantenían su esencia devocional, reforzando su rol como pilar comunitario en una sociedad en transformación.

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